Estos y otros muchos libros son los que vamos a leer este año en nuestros clubes de lectura.
A continuación os dejamos una reseña del libro "mi nombre es Ana"
de la lumbrerense María José Sevilla y si tras leer la sinopsis te apetece participar
en uno de nuestros clubes de lectura, tan solo tienes que hacerte socio:
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MARÍA JOSÉ SEVILLA (Puerto Lumbreras, Murcia, 1950.) Mis primeros recuerdos son del Puerto, mi pueblo, y del verano de la tristura, cuando murió mi madre. Yo tenía cuatro años. Su ausencia, temprana e inútil, marca no solo mi infancia sino toda mi historia. A veces me pregunto cómo hubiera sido yo junto a alguien que me quisiera más que a su vida. Posiblemente tendría un carácter dulce, no sería mandona, habría repartido más besos a mi gente, y abrazado a mis hijos hasta el aburrimiento. Hasta ahora no he sabido lo que quería ser de mayor, aunque me he dedicado casi cuarenta años a la docencia, y casi sesenta a leer lo que caía en mis manos. Lo que más me gusta es investigar en archivos, hacer senderismo y el mar. Adoro a mis nietos y deseo por encima de todo que se sientan queridos. Tengo miedo de perder la memoria como mi abuela Ana, de olvidar a los míos y de no poder escribir más. Porque ahora tengo muy claro lo que quiero hacer durante el resto de mi vida.
RESEÑA DE: MI NOMBRE ES ANA DE MARÍA JOSE SEVILLA
En una nueva y cuidadosa editorial murciana, Raspabook, María José Sevilla rescata del olvido a una mujer, Ana, en los años de la monarquía, la II República y posterior Guerra Civil, hasta los inicios de la dictadura. Se trata de la cruda realidad de una mujer de su tiempo, representante de un episodio nacional que vivía en el silencio, de una novela que nos duele y nos inquieta.
Se puede decir que en Murcia asistimos al nacimiento de una escritora, María José Sevilla, que toma cuerpo omnisciente de su abuela en una novísima novela, Mi nombre es Ana. Una historia real, con algunos elementos de ficción, lo cierto es que la autora nos ofrece la vida de una mujer que era de la propiedad de ´su hombre´ aunque sin revanchas por parte de la escritora, reflejando una realidad dura y sin escapatoria posible.
La historia que se nos narra es la de aquella España de los señoritos, y es la intrahistoria de unos personajes que no contaron nunca su vida y que ahora se escapan del silencio en la novela donde, la protagonista, vivió un sin vivir en una relación de señor y mujer, o de señor y vasalla. Esposa que pareciera salir de aquellos manuales de falsas virtudes franquistas, mostrada desde la realidad de unos hombres, servidos por sus mujeres, de la derecha más rancia donde el epicentro del matrimonio es el hombre y sólo el hombre, de un nacional-catolicismo puesto al servicio de un hegemónico carácter andrógeno.
Pero no todo está en el texto, ni tiene por qué decírnoslo la escritora, sino que es el lector quien lo advierte desde su intertexto lector. Y esto, forma parte de la buena literatura.
Así sucedió el primer encuentro:
„Cincuenta duros de plata le doy a la que quiera ser mi novia „dijo el Mayorajo„, enseñándoles una bolsa de tela parda.
Y yo „piensa Ana„ que acababa de cumplir los dieciséis, me adelanté a las otras como si fuera una cría y estuviera jugando al marro o al pañuelo, sin saber que ese gesto iba a marcar mi vida para siempre.
Ana nunca había pensado que lo que sigue cambiaría su destino de repente:
„Yo misma, don Ramón „contesté descarándome con él.
„Y tú, ¿quién eres? „preguntó curioso.
„Mi nombre es Ana.
Desde el arranque de la novela, y añado que hasta el final, se advierte una escritura impecable. La disposición narrativa, los diálogos, los ambientes, las descripciones de los personajes, sus detalles emocionales, y hasta los localismos, no marcados en exceso, conforman una inmediata empatía con el lector. La acción, desarrollada en un lenguaje descriptivo muy ajustado a la estructura novelada, ofrece a la narración un buen entramado técnico y literario.
La protagonista de Me llamo Ana nos relata su vida y la de un ´contrabandista valiente´, El Mayorajo, dueño del cuerpo y del alma de Ana, que le pertenecía para todo en aquel silencio de los días de espera y de casa, un poderoso que no pierde nunca su compostura de duro, amigo de aquel golfo ilustre, don Juan March, en aquellos años de Puerto Lumbreras, de las tardes cálidas en Cartagena o Águilas, y siempre entre sobresaltos e intensos dramas vividos por Ana.
La densidad temporal de una oscuridad espesa en aquellos años difíciles para la mujer, la fuerza de El Mayorajo en el destino de quienes le rodeaban y el espacio físico de lo novelado, en un alejamiento total de nueva cultura, la vida de una mujer que fue analfabeta hasta que, escondida de su padre y de su dueño, aprendió a leer y escribir, le hacen imposible alejarse del núcleo central secuenciado en su realidad vital.
Adelanto también que Ana vivió la Guerra Civil como una liberación, que gobernó su casa y su vida como pudo y se le dejó, principio y fin de una niña que quedó sometida a su hombre que hace saltar nuestras conciencias. Pero qué otra cosa se podía hacer en esa secuencia espacio-temporal donde vive y convive esta narrativa, en aquella angustia y sin salir de casa, aun sabiendo que en España había estallado la libertad con la segunda República y, con ella, otra cultura: la igualdad entre hombres y mujeres.
Añado a mi celebración por la publicación, mi felicitación a la escritora, María José Sevilla. Y que ustedes la lean bien.
PEDRO GUERRERO RUIZ