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miércoles, 28 de noviembre de 2012

Taller de Ficción Literaria



TALLER DE FICCIÓN LITERARIA


Despues de la genial experiencia obtenida en La Azotea con el primer módulo del Laboratorio de ficciones literarias y tras darnos una merecida semana de descanso [quedada literario-cervecera mediante], damos paso al segundo: al de introducción a la novela.




En este caso, serán sólo cuatro semanas en las que a través de ejercicios, dinámicas y algunas bases teóricas, trataremos la coherencia interna en la novela, la creación de tramas, la intensidad narrativa… En definitiva, un acercamiento a uno de los géneros más cultivados en la actualidad, para aquellas personas que siempre quisieron abordar la escritura de una novela, pero que no supieron por dónde empezar.



Empezar, lo que se dice empezar, empezamos el próximo martes 4 de diciembre. Las plazas están limitadas, así que si te interesa, contacta con La Azotea y reserva.


Imparte: Eric Luna

Todos los jueves de 19:00 h. a 21:00 h.
Telf. 968 478 552
info@lasaladeestar.com
C/Juan II, nº4 (frente a Iglesia de Santiago)
Lorca (Murcia)

No hemos podido resistirnos a nombrar una de las novelistas de ficción de más éxito de las series de televisión de los 80 y 90. Sin duda nos referimos a Jessica Fletcher en "Se ha escrito un crimen"

ENTREVISTA: JESSICA FLETCHER

«Yo estoy muy bien, gracias. Pero usted mató a Lady Shaggington»

No es fácil entrevistar a una mujer de la atolondrada vida social de Jessica Fletcher. Hoy en un balneario, mañana en el hipódromo, una visita anual a cada una de sus treinta sobrinas y una novela publicada cada jueves. Por eso, cuando nos filtraron que la más prolífica autora policíaca de Estados Unidos pasaría el fin de semana en el castillo de Stillwall, en Inglaterra, invitada a los festejos de la puesta de largo de Miss Lizzy, no dudamos en sobornar a varios cónsules y remover cielo y tierra para ser invitados. ¿Codearnos con la alta sociedad inglesa en una reunión de juegos de bridge, copiosos tés y comentarios frívolos sobre arte, política y caballerizas? ¡Apúntennos!

El viernes aparcamos nuestro Volkswagen MINI entre los Rolls de los invitados y nos unimos a la fiesta en la terraza, donde todas las conversaciones pululan entorno al nuevo escote de la jovenLizzy Stillwall. Los fastos y el esnobismo nos distraen de nuestro objetivo las primeras horas. Hay roast-beef y vinos franceses. Hay un apagón. Hay algún grito. Al despertarnos, hay un cadáver sobre la ensalada de marisco.

Ante el pánico general, todas las miradas se centran, primero, en el cuerpo sin vida de Lady Shaggington. Luego, en una mesa del fondo donde una humilde escritora, cabizbaja, se defiende:

—¡Es casualidad! ¿Vale? ¡No es culpa mía!


«¿CREEN QUE LOS ARISTÓCRATAS SON TAN TONTOS COMO PARA LIARSE A PUÑALADAS NADA MÁS ATRAVESAR YO LA PUERTA? ¡SI SIEMPRE ACABO PILLÁNDOLOS!»

Jessica Fletcher (Se ha escrito un crimen) (CBS)¿No lo es? Estamos hablando de Jessica Beatrice Fletcher, cuya deslumbrante vida entre cócteles y eventos deportivos se ve con alarmante frecuencia enturbiada por lamentables sucesos criminales desde 1984. Allá donde es invitada, roban un valioso collar, desaparece una obra de arte o, las más veces, se comete un asesinato. Su mala suerte le ha valido el sambenito de gafe. Una etiqueta del todo injustificada para ella: «¿Ustedes creen que los aristócratas son tan tontos como para liarse a puñaladas entre ellos nada más atravesar yo la puerta? ¡Si siempre acabo pillándolos!»

«Eso es cierto», le concedemos, mientras la entrevistamos en el salón de fumar. A sus 85 años, le sobran argumentos para zanjar discusiones. «Pero reconocerá que, entre una cosa y otra, usted debe de haber estado en más escenas del crimen que el reparto de los tres CSI. ¿Cómo lo explica?»

«Perdonen un momento —se disculpa, examinando un cenicero de vidrio— . Este polvito parece arsénico, ¿verdad? Bueno, a lo que iba, lo de las escenas del crimen. Miren, esto es como el que va a Boston y se queja de que le llovió. Siempre llueve en Boston. Lo mismo ocurre con aristócratas, terratenientes, criadores de caballos y la gente próspera que tiene a bien invitarme: si han llegado a esa prosperidad es mediante artimañas, traiciones y puñaladas traperas que tarde o temprano salen a la luz. Caramba, esta foto de la pequeña Lizzy es muy reveladora —comenta, mirando un portarretratos—. En fin, que siempre están conspirando unos contra otros, esté yo presente o no. La única diferencia es que cuando estoy yo, siempre doy con el culpable.»

Justo en ese momento, la anfitriona, Mrs. Stillwall, tiene la innecesaria atención de preguntar a la señora Fletcher si el triste suceso la ha afectado. «Yo estoy bien, gracias —responde—. Pero usted, Mrs. Stillwall, mató a Lady Shaggington.»

Consternación y sorpresa de todos, incluido el sheriff, que en ese momento cruzaba el pasillo. «No intentes negarlo, Martha», dice Jessica Fletcher, reprimiendo a la asesina con aquella mirada de madre que no está enfadada, sino dolida. «Creías que pagando una operación de senos a Lizzy podrías ocultar el evidente parecido de su busto con el de tu antigua ama de llaves, la señora McDougall, hoy esposa de Lord Shaggington. Pero cuando la viste aparecer inesperadamente del brazo de su marido en tu fiesta, decidiste matarla antes de que ella le confesara a Lizzy que alquilaste su útero para tener una heredera.»
Así es la apasionante vida social de Jessica Fletcher: suele incluir acusaciones públicas, detenciones y tema de conversación para varias semanas. Es una suerte que tarde cada vez menos en resolver el misterio —tras años de experiencia, le basta con una mirada distraída para recabar las pistas—; así puede volver antes a los divertimientos. «Y con un nuevo argumento para la novela que escribiré en el avión, de vuelta a Maine», anuncia, satisfecha. «¿Una partidita de bridge, señores?»

Ser novelista de misterio de éxito no es un trabajo fácil, pero todo cambia si la autora es también investigadora vocacional. Así es Jessica Fletcher, autora de éxito que, en sus ratos libres, resuelve los misterios y crímenes que tienen lugar en su pueblo costero, Cabot Cove. Así que, de un modo u otro, nunca le falta trabajo...
 Fuente: eljueves.es

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