El Centro Cultural de Lorca acoge desde el pasado 4 de Noviembre y hasta el 29 de este mes la muestra “Azul Ultramar” del joven pintor aguileño Pedro Juan Rabal. Se podrá visitar de lunes a viernes de 9,00 a 21,00 horas y los sábados de 10,00 a 14,00 horas, en el Centro Cultural de Lorca.
Está exposición reune un total de 17 obras en las que la acción se desarrolla en nuestras costas; desde el trabajo en el mar, hasta escenas más sociales y de ocio como una partida de cartas o la tradición de la Cucaña.
Según Milagros Angelini (Profesora de Teoría del Arte Contemporáneo y Estética de la Modernidad en la Universidad Miguel Hernández), en estas obras se desprenden los ecos de fauvistas como Albert Marquet, o las intensas luminosidades de las pinturas de Sorolla, encontramos un costumbrismo que a pesar de continuar plasmando la tradición de los oficios pesqueros de la zona, como serían las escenas portuarias “La Descarga” o “Remendador”; también propone una actualización de la temática en “La Brisca”, imagen que nos muestra a un grupo de jóvenes - cuyas vestimentas nos remiten al presente- disfrutando de un momento de ocio junto al mar. Es en este punto donde la mirada de Rabal cobra un valor especial, poniéndose de manifiesto su valentía -no sólo en la defensa de una práctica artística en desuso por la mayoría de los artistas de su edad, sino por la revisión de un tema tantas veces abordado y tan difícil de ofrecer interés a un público saciado por los mass media. Estas pinturas son, o así lo siento, una tentativa de revivir un diálogo con la naturaleza que nuestras ocupaciones cotidianas silencian y que es forzoso volver a establecer desde la sensibilidad del artista.
Está exposición reune un total de 17 obras en las que la acción se desarrolla en nuestras costas; desde el trabajo en el mar, hasta escenas más sociales y de ocio como una partida de cartas o la tradición de la Cucaña.
Según Milagros Angelini (Profesora de Teoría del Arte Contemporáneo y Estética de la Modernidad en la Universidad Miguel Hernández), en estas obras se desprenden los ecos de fauvistas como Albert Marquet, o las intensas luminosidades de las pinturas de Sorolla, encontramos un costumbrismo que a pesar de continuar plasmando la tradición de los oficios pesqueros de la zona, como serían las escenas portuarias “La Descarga” o “Remendador”; también propone una actualización de la temática en “La Brisca”, imagen que nos muestra a un grupo de jóvenes - cuyas vestimentas nos remiten al presente- disfrutando de un momento de ocio junto al mar. Es en este punto donde la mirada de Rabal cobra un valor especial, poniéndose de manifiesto su valentía -no sólo en la defensa de una práctica artística en desuso por la mayoría de los artistas de su edad, sino por la revisión de un tema tantas veces abordado y tan difícil de ofrecer interés a un público saciado por los mass media. Estas pinturas son, o así lo siento, una tentativa de revivir un diálogo con la naturaleza que nuestras ocupaciones cotidianas silencian y que es forzoso volver a establecer desde la sensibilidad del artista.
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