Leonardo Padura.
Tetralogía de las cuatro estaciones. Tusquets editores.
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Padura, el Conde y la Habana.
¿Inventó Leonardo Padura al personaje Mario Conde, o inventó Mario Conde al Padura escritor? Que lo resuelvan las entendederas del lector.
Sea como sea, Padura siempre se organiza de cuatro en cuatro: cuatro estaciones, cuatro libros, cuatro amigos, cuatro alimentos básicos, cuatro compañeros de trabajo, cuatro amantes y un solo lugar y un solo personaje. Seis cuartetos y solo dos personajes en una sola tetralogía verdadera. Solo falta la resurrección de la carne y eso, en la Habana, es consustancial a su propia alma.
En fin que esto, que podría ser un drama teologal: “soñar, dormir”, se convierte en el patético retrato de una Habana, “escuálida y conmovedora”, en la que caben, como en cualquier otro sitio, el paraíso, el purgatorio y el infierno del Dante.
Porque si está claro que Padura no ha inventado La Habana, casi seguro, que La Habana inventó al Padura escritor.
Breve retrato del Conde, el prota de la historia: poli sin vocación, escritor frustrado de historias escuálidas, fiel y nostálgico: un blando. Alimentos por orden de aparición: café, cigarro, ron y los platos de Josefina, la madre del Flaco Carlos, que ya no está flaco. Aficiones: sus cuatro amigos: el Flaco Carlos, el Conejo, Candito el Rojo y Andrés, amigos desde el Pre de la Víbora; y las mujeres: antiguas y nuevas novias por orden de desaparición.
Las cuatro novelas: Pasado perfecto (Invierno), Vientos de cuaresma (Primavera), Máscaras (Verano) y Paisaje de Otoño (…) son una invitación muy barata a un añito en la Habana antes de que llegue el ciclón Félix y la devaste. No se pierdan la divertida sintaxis del lenguaje habanero y no pierdan de vista sus equipajes. Un buen viaje que les desean:
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