En un mundo ideal en el que no existiese el estrés y las obligaciones, podríamos plantearnos dedicar todo el tiempo del mundo a las cosas que más nos gustan e importan, pero puesto que muy pocos pueden hacerlo, planteemos objetivos realistas y no convirtamos esta actividad en una carga, cuando debería ser, bajo toda condición, un momento familiar en el que disfrutar plenamente acompañados del maravilloso mundo del libro.
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