Un militar histriónico y sanguinario, Queipo de Llano, en plena Guerra Civil afirmó que con los Durruti había que hacer una hoguera y acabar con todos ellos de raíz. Esta afirmación hecha desde la radio de Sevilla llevó al ocultamiento, durante unos días, de buena parte de la familia Durruti. En concreto, el doctor Manuel Durruti Cubría recuerda con sumo agradecimiento la acogida que de él, su hermana y su madre realizaron los Revenga; un apellido leonés ilustre y poco sospechoso de causas revolucionarias. Durante más de un siglo el apellido Durruti ha sido determinante para su portadores, que hasta no hace mucho, han sentido la desconfianza y la discriminación por este designio genealógico. Apellidarse Durruti ha sido un estigma; para la mayoría del clan, honroso, pero también ha habido quien lo ha ocultado hasta donde ha podido.
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