En "De buena mañana" de Cadena Azul con nuestra compañera Elena Hernández
Luisa
María García Peñas.
El Buscón en las Indias
Juanjo Guarnido y Alain Ayroles.
Norma Editorial, 2020
“Y fueme peor, como v.m. verá
en la segunda parte, pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar,
y no de vida y costumbres.”
Con esta frase termina La
vida del Buscón de Francisco de Quevedo, una de las más importantes
obras de la novela picaresca del Siglo de Oro español publicada en 1626, que
daba pie a una segunda parte de las aventuras del pícaro don Pablos por tierras
americanas que no llegó a escribirse.
Con esta premisa, el dibujante
granadino Juanjo Guarnido junto al guionista francés Alain Ayroles, publicaron
en el año 2019 Les Indes fourbes continuación de las aventuras del
pícaro por el Nuevo Mundo haciendo realidad la obra que Francisco de Quevedo
pensó escribir y nunca escribió (que sepamos).
Norma Editorial se encargó de su
publicación en español bajo el título El Buscón en las Indias, con el
subtítulo "O una segunda parte de la Historia de la vida del pícaro
llamado don Pablos de Segovia…" dejando clara la idea de continuidad
de la novela picaresca original, pero en un formato muy diferente pues se trata
de un cómic en una preciosa edición en tapa dura.
Ayroles, que ha querido ser fiel
a la escritura picaresca de Quevedo, narra en verso y con lenguaje arcaico, los
recuerdos de don Pablos en su accidentado paso por tierras de América desde
Nueva España al Perú en busca de El Dorado hasta su vuelta a España en tres
partes independientes pero que necesitan ser leídas en su conjunto para darle
sentido. Además, se van intercalando recuerdos de la obra original de Quevedo
que nos ayuda a conocer mejor el pasado y la actitud del protagonista en los
diversos giros que va dando la obra hasta la sorpresa final.
En cuanto a los dibujos de
Guarnido son el complemento perfecto gracias a su colorido y sus líneas
preciosistas de una calidad exquisita. No quiero dejar de mencionar, como
historiador que soy, lo bien documentado que está el comic. Algo que se refleja
en todos los elementos que se nos presentan desde los ropajes a paisajes de
nuestro Siglo de Oro en América y España. Por cierto, cabe mencionar un curioso
guiño que hace poniendo a diversos personajes el rostro de conocidos actores
del cine español.
En definitiva, se trata de una obra literaria en cómic muy amena, cuyas 160 páginas están impregnadas del barroco literario y artístico español que la hace digna continuación a la obra de Quevedo.
Ginés
José Muñoz Cánovas.
Queridos lectores, hacía tanto tiempo que no escribía una carta, que no sé si vaya a saber hacerlo, comienzo a escribir y mi propia letra manuscrita me parece ajena o impostada. Es verdad, ya se fueron los tiempos en los que se escribían cartas y se enviaban por correo postal, se agostaron los tiempos del franqueo, el destinatario y el remitente, y probablemente no lo hubiera hecho si no fuera por un extraño suceso que tuvo lugar esta misma mañana…
Mi letra me resulta extraña, no reconozco esta C, que me sale como asustada, como boquiabierta, como una luna turca, me contengo para no pintarle un cielo estrellado alrededor… Mucho menos reconozco esta F, como demasiado estilizada, como una columna, sí como una columna palmiforme y veo de pronto todo un laberinto de columnas- palmeras abiertas, desplegadas como una bóveda de un verdor exótico, voluptuoso…
¡Ah, me pierdo en tonterías! Y me desvío del propósito de esta carta, que ya tiene algún borrón mal disimulado de tinta, una huella de lo imperfecto de mi persona diría un grafólogo… pero me vuelvo a perder en divagaciones… pues bien esta misma mañana, al salir de casa me encontré justo a los pies del buzón, un sobre grande e inmaculado, resultaba provocador ese color tan blanco en el suelo empolvorizado, no es muy extraño encontrar un sobre junto a tu buzón, y no escribiría pues la presente carta, si no hubiera sido porque resulta extraño, como un pez fuera del agua, no llevaba franqueo alguno, ni remitente ni tampoco destinatario sólo una frase en una enigmática letra manuscrita que rezaba Álbum de correspondencia. Una atracción magnética, diría más, una fuerza telúrica me llevó a recogerlo y al hacerlo advertí que el sobre no estaba cerrado, si lo hubiera estado, no me hubiera atrevido a rasgarlo, de su interior, tres cartas cayeron al suelo como lluvia de hojas, una iba dirigida a una madre, otra a un hijo y la última a una esposa que además iba acompañada de un poema, iba a volver a dejar el sobre en el suelo tal y como estaba, pero algo me impedía hacerlo, de alguna forma aquello me concernía, no podía obviarlo ya, me parecía injusto que aquel recuento de anécdotas y sentimientos quedara perdido, como las misivas de los bancos a las que envuelve el otoño, el polvo o el olvido en un cajón perdido…
Es por eso que hoy escribo como los náufragos, que tienen la suerte de naufragar, otra vez esa enigmática F, con una botella, papel y pluma, una auténtica suerte, por cierto, que escriben sin saber a quién, como yo que envío estas cartas perdidas, con la esperanza de que encuentren su destinatario cuando lleguen, a donde tenga que llegar y lo hagan quedamente, con la marea.
En "De buena mañana" de Cadena Azul nuestra compañera Elena Hernández nos recomienda la novela "El ritmo de Harlem" de Colson Whitehead