Los recuerdos de su adolescencia, interna en un colegio de Madrid, los largos pasillos del edificio y la oscuridad en las noches de invierno asomaron a su mente, y tras ellos apareció el personaje de la reina Juana de Castilla. "Me encontró y me sedujo desde el primer instante por el misterio que encierra su trágica vida. Fue una mujer enamorada y víctima de las intrigas políticas que acabaron con su mente". De todo ello versa la novela de Gioconda Belli (Managua, 1948) El pergamino de la seducción.
Historia, erotismo y cierta intriga envuelven la última obra de la escritora nicaragüense, que se confiesa "embrujada" por el personaje de Juana la Loca y que ha construido en El pergamino de la seducción dos historias que se van entretejiendo. En un lado está el encuentro entre un historiador y una joven de gran parecido a Juana de Castilla, y en otro, la historia de la reina según la ve la escritora. "Es una novela erótica porque la pasión de Juana por Felipe es muy fuerte y en el fondo he tratado de abordar la tragedia psicológica que viven algunas mujeres", asegura la autora.
Gioconda Belli pasó más de dos años intentando resolver algunas de las dudas que la atormentaban sobre el personaje. ¿Enloqueció de amor, como cuenta la historia oficial, o fue víctima de traiciones y luchas de poder? "Fue un compendio de todo ello y ella regresa del pasado a las páginas del libro para dar respuesta a esas preguntas y dar una imagen muy diferente a la que nos tienen acostumbrados los libros de historia. La magia que te envuelve cuando te adentras en épocas pasadas es fantástica y te permite fabular y crear desde ópticas muy distintas".
Belli reconoce que una de sus obsesiones a la hora de escribir en cualquiera de los géneros literarios en los que trabaja es "contar el mundo desde la visión femenina". "Lo que narro permite comprender la realidad a través de una mujer que intenta ver los procesos de dominación", apunta. La historia le apasiona: "Esta nueva novela continúa con la obsesión que ya inicié en La mujer habitada: todos formamos parte de un desarrollo histórico particular que nos influye de alguna manera". En La mujer habitada contaba la historia de Lavinia y Felipe, enlazada con la leyenda de Itzá, una mujer guerrera de la época colonial, y su amor por el cacique Yarince, y en El pergamino de la seducción narra la vida de Juana la Loca, quien se casó con Felipe de Austria y cuando murió su esposo cargó con su féretro y pasó 46 años recluida, sola, renunciando a lavarse y a cambiarse de ropa.
"La reina Juana de Castilla mantuvo con su esposo un amor tormentoso.
Pero no creo que su enajenación mental derive exclusivamente de esto, sino que las intrigas de la corte en esa época eran impresionantes y la mezcla de todo ello la llevó a la locura absoluta", puntualiza.
HIERBA MORA
de Teresa Moure
La tertulia de este libro será el 14 de abril a las 19:30 h. en la Biblioteca Pilar Barnés
Hierba mora se inicia permitiéndonos el acceso ni más ni menos que a los íntimos pensamientos de la reina Cristina de Suecia. Así es como Teresa Moure, desde la primera página de su libro, nos introduce en el universo de la feminidad, pero cuidado, no vayamos a creer que este es un libro de lectura principalmente para mujeres porque no es así; la feminidad que Teresa Moure describe a lo largo de las páginas de esta obra es una a la que no estamos muy acostumbrados. En efecto el universo íntimo de Cristina de Suecia, la que fue reina de los protestantes en el siglo XVII, uno de los personajes más controvertidos de la historia, no tiene nada de banal ni de convencional y tiene mucho que ver con los pensamientos y los sentimientos de un ser humano apasionado que anhela ser y sentirse libre en un mundo que se empeña en someterlo y encasillarlo todo.
El retrato de las inquietudes de esta reina inicia una historia protagonizada por tres mujeres con vidas muy distintas. El tema de la historia se centra en la relación que cada una de ellas por separado mantiene con el filósofo Descartes. Maria Cristina de Suecia y Hélène Jans en vida de dicho autor en el siglo XVII, e Inés Andreade como estudiante de sus obras en nuestros días. Sin embargo, algo mucho más profundo que la admiración por este filósofo y su obra es lo que en realidad une a nuestras tres protagonistas, pues el eje de la acción de esta novela se encuentra en la voluntad de darnos a conocer la posibilidad que tiene toda mujer de proporcionar una óptica sobre los problemas distinta a la masculina, sobre la cual se ha asentado la sociedad desde sus orígenes hasta hoy. Esta obra es un alegato, una invitación a ver la vida, a leer la historia desde un lugar diferente al de los valores del patriarcado que es a lo que estamos habituados.
Es sin duda el personaje de Hélène Jans el más cuidado de toda la novela, el que mejor encarna el intento de Teresa Moure por rescatar la historia anónima y escondida de las mujeres. Con un espíritu anárquico y libre y poseedora de una sabiduría alternativa a la académica pero igualmente valiosa, la figura de la bruja que domina un conocimiento originalmente femenino y perseguido y castigado por las autoridades de la época, demuestra cómo las mujeres apasionadas como ella, a pesar de estar condenadas al fracaso a lo largo del tiempo, han sabido vivir, aprender, disfrutar en un entorno hostil que se empeña en retratar su ausencia.
Bajo el nombre de hierba mora, se entretejen formando un patchwork de unas cuatrocientas páginas desde fragmentos de ensayos filosóficos y borradores de poemas, hasta correos electrónicos, pasando por un listado de conjuros para atraer amantes, cartas, apuntes, máximas morales y recetas del saber de las plantas para curar los dolores que afectan a las mujeres; todo un amalgama de atrevida pasión y conocimiento femenino que a lo largo de la historia ha compartido con el nombre de esta obra la mala fama de tóxico.