En esta obra, Viktor Frankl explica la experiencia que le llevó al descubrimiento de la logoterapia. Prisionero, durante mucho tiempo, en los desalmados campos de concentración, él mismo sintió en su propio ser lo que significaba una existencia desnuda.
¿ Cómo pudo él - que todo lo había perdido, que había visto destruir todo lo que valía la pena, que padeció hambre, frío, brutalidades sin fin, que tantas veces estuvo a punto del extermini-, cómo puedo aceptar que la vida fuera digna de ser vivida?. Las palabras del doctor Frankl alcanzan un temple sorprendentemente esperanzador sobre la capacidad humana de trascender sus dificultades y descubrir la verdad conveniente y orientadora.
Con estos dos fragmentos sacados de la obra, podemos hacernos una idea de lo que supuso la crudeza del holocausto judío:
El doctor Frankl, psiquiatra y escritor, solía preguntar a sus pacientes aquejados de múltiples padecimientos: "¿Por qué no se suicida usted?"
"... los dos entran en contacto con la misma cruda realidad del sufrimiento de los judíos, comercian con las mismas personas y cometen idénticas barbaries. La cercanía de ese sufrimiento a uno, al oficial, le endurece el corazón hasta niveles inhumanos, mientras al otro, a Schindler, se le ablanda y enternece. No es el sufrimiento en sí mismo el que hace madurar al hombre, es el hombre el que da sentido al sufrimiento..."
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