...en los tiempos antigüos, el narrador no inventaba, sino que recurría a la tradición. "Érase una vez", decía, y todos los oyentes se arremolinaban junto a él. Y si no se arremolinaban, el narrador insistía: "Érase una vez hace mucho tiempo, cuando los pájaros todavía tenían dientes...". Luego, cuando se cansaba de contar, decía aquello de "colorín colorado, este cuento se ha acabado", y daba la vez a otra persona, a un oyente que, por arte de birlibirloque, se transformaba en narrador. Y la sesión continuaba hasta que vencidos por el cansancio, todos querían dormir y soñar.
Por Bernardo Atxaga en "Lista de locos y otros alfabetos"
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