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Alicia Giménez Bartlett traza en Nadie quiere saber (Editorial Destino, 2013) un auténtico puente literario con la capital italiana, enfrentando a su curtida detective, Petra Delicado, con unos ambientes que le son totalmente desconocidos y llevándola a compartir el trabajo con una pareja de policías italianos. Esta es la novena entrega de una serie seguida por miles de lectores no sólo en nuestro país sino también en Italia o Alemania. “Me he basado en un hecho real, en un caso de colaboración entre dos equipos de investigación de países diferentes, que me contó una policía de Barcelona”, confiesa la escritora, convencida de la frescura que el viaje aporta a esta nueva trama.
La inspectora Delicado y el subinspector Garzón han heredado un muerto que había permanecido mudo mucho tiempo. En esta ocasión se enfrentan a un caso que se reabre cinco años después, el asesinato en circunstancias sexuales escabrosas del empresario textil Adolfo Siguán. Su cadáver fue hallado en su apartamento, adonde había acudido en compañía de una joven prostituta. Es al chulo de ésta a quien se atribuye el crimen, pero el hombre es encontrado muerto algunos días después. Las pesquisas se cerraron en falso y nada es lo que parece. Ahora Petra y Fermín se enfrentan con la dificultad añadida del tiempo transcurrido al silencio temeroso de la única testigo, y al rompecabezas de la vida profesional y familiar del empresario.
“Me gustaría que el lector sintiera a los personajes como a gente que ha conocido y también se planteara los problemas que ellos se plantean. La intención última es una cierta reivindicación de un sentimiento como la pasión, sobre la que tanto nos han advertido a las mujeres.” En la ciudad eterna, Petra se las ha de ver con la mafia, llegando a adquirir reveladoras informaciones sobre sus intrincados modos de actuar. En Nadie quiere saber se presenta un logrado equilibrio entre acción y reflexión, entre los acontecimientos que se investigan y el abanico de emociones y sentimientos que se despliega, algo clave para que el lector consiga empatizar con la inspectora Delicado, una mujer con carácter que no deja de posicionarse ante todo lo que la rodea.
Alicia Giménez Bartlett (Almansa, Albacete, 1951), vive en Barcelona desde 1975. Ha publicado, entre otras, las novelas Exit, Una habitación ajena (Premio Femenino Singular 1997), Secreta Penélope, Días de amor y engaños, y Donde nadie te encuentre (Premio Nadal de Novela 2011). Con la serie protagonizada por la inspectora Petra Delicado se ha convertido en una de las autoras españolas más traducidas y leídas en el mundo: Ritos de muerte, Día de perros, Mensajeros en la oscuridad, Muertos de papel, Serpientes en el paraíso, Un barco cargado de arroz, Nido vacío y El silencio de los claustros. Ha recibido los prestigiosos premios Grinzane Cavour en Italia y Raymond Chandler en Suiza.
Fuente: Culturamas
SEÑORA DE ROJO SOBRE FONDO GRIS de Miguel Delibes
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"Soy consciente de que con su desaparición ha muerto la mejor mitad de mí mismo”. Lo dijo Miguel Delibes en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, pocos meses después de la prematura muerte de su mujer, Ángeles de Castro. Ella le inclinó a la literatura, con ella tuvo siete hijos y ella fue su inseparable compañera durante cerca de 30 años. Ángeles de Castro es la señora de rojo sobre fondo gris.
Este libro es la única novela que el maestro Delibes escribió directamente en homenaje a una persona. Sin ser una biografía ni utilizar nombres reales, sí que es una clara evocación de la figura de su esposa. “La alegría que ha inspirado, no sólo a mí, sino a toda la familia”, así definió a Ángeles de Castro el escritor vallisoletano. Y esa visión es la que refleja en las páginas de esta preciada joya literaria. Mientras el lector recorre sus líneas se va impregnando de un sentimiento hondo de amor, sin sensiblerías de por medio, simplemente auténtica devoción descrita por alguien que, además de saber lo que es el amor, sabe y muy bien cómo contar una historia.
Un amor que adquiere un dramatismo y me atrevería a decir que una plenitud cuando aparece, primero sigilosa, después como un golpe seco, la enfermedad. La narración se va a ir acercando y centrando en las fechas inmediatamente anteriores al 22 de noviembre de 1974. De ese día del calendario, Miguel Delibes escribiría en una carta a su editor y amigo Josep Vergés lo siguiente: “Me parece que hemos pasado de la juventud a la vejez no en poco tiempo, sino en una noche”. Ángeles de Castro fallecía a los 50 años de edad.
Por tanto, esta novela habla sobre la muerte, sobre la pérdida y sobre un pesar tan humano y sencillo como es lamentar no haber dicho a tiempo a alguien ya muerto cuánto lo amabas. “Un día adviertes que aquel que te ayudó a ser quien eres se ha ido de tu lado y, entonces, te dueles inútilmente de tu ingratitud”. Este pasaje del libro me conectó con aquellas palabras que un Borges ya mayor y muy sabio dijo en una entrevista: “cada vez que muere alguien, uno inevitablemente piensa: no me hubiera costado nada ser más bueno. Sin embargo, uno no lo ha sido, uno ha insistido en tener razón, lo cual es una mezquindad”.
Mención especial merece la referencia que hace la novela al contexto político de esos años, no tan lejanos. El narrador es un padre que se dirige a su hija, encarcelada por oponerse al proceso 1001, que había llevado a prisión a toda la dirección del sindicato Comisiones Obreras, con penas de 12 a 20 años. Hasta los últimos momentos de la dictadura franquista las condenas por motivos políticos estuvieron a la orden del día, y las torturas también. Aquí Delibes demuestra que es un escritor comprometido con su tiempo. Él mismo sufrió la censura del régimen como director del diario El Norte de Castilla, función que se vio obligado a abandonar por presiones y amenazas. Señora de rojo sobre fondo gris no se publicó hasta bastantes años después de la muerte del dictador.
Pero volvamos al corazón de la novela, volvamos a Ángeles de Castro. Su retrato no sólo es literario, también lo encontramos a modo de pintura en la portada de algunas ediciones del libro. De ahí viene su título, del nombre de ese cuadro. El pintor Eduardo García Benito la retrató casi a la edad a partir de la cual no cumpliría más años. Ángeles de Castro no envejeció. La pintura quedó como testimonio de su imagen imperecedera.
Empecé este comentario al libro con una cita del discurso de ingreso de Miguel Delibes en la Real Academia Española. En Señora de rojo sobre fondo gris hay una frase que, aunque puesta en boca de un personaje ficticio, corresponde al discurso de respuesta del académico Julián Marías, concretamente a las palabras que dedicó a Ángeles de Castro: “Una mujer que, con su sola presencia, aligeraba la pesadumbre de vivir”. Contaba Delibes que la frase le dejó con un nudo en la garganta, preguntándose si podía decirse de alguien algo más hermoso, pensando que exactamente así era ella.
Fuente: tienes mi palabra
TODO ESO QUE TANTO NOS GUSTA de Pedro Zarraluqui
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"Las guerras tienen una cosa buena, sólo una: nos enseñan con crueldad lo que estamos a punto de perder. La vida misma se muestra como lo que es, un tesoro frágil. En la guerra la vida es sagrada. Y sin embargo ahora, en estos tiempos miserables, la protegemos con cicatería, como el dinero cuando lo metemos en el banco. Ya no sabemos lo complicado, lo difícil, lo maravilloso que es sobrevivir. Eso sólo se sabe cuándo se ha vivido una guerra o cuando uno se ha hecho tan viejo que vuelve a necesitar arriesgarse. No quiero una guerra, Dios me libre, pero sí emociones."
Con estas palabras resume Tomás, uno de los protagonistas de la historia, a su hijo Ricardo, lo que siente en un momento de su vida en que, harto de la rutina y de las costumbres, decide romper con todo y desaparecer en un pequeño pueblo de la costa catalana. Este es el argumento que lleva a Zarraluki a hilar una historia plenamente humana, muy bella y con unos personajes que resultan más que reales. Un libro que se lee con verdadero placer.
Tomás es un arquitecto retirado que un día decide huir de su casa y desaparecer, provocando una gran inquietud en su ex-mujer y su hijo Ricardo. Este se marcha a buscarlo y afortunadamente lo encuentra en un pueblecito no muy lejos de Barcelona, donde parece ser que Tomás está a punto de iniciar una nueva vida. Las circunstancias personales de Ricardo, cuya novia le ha abandonado hace poco y con un trabajo del que se siente más que hastiado, influyen en la decisión de quedarse en el pueblo con su padre, al principio para "vigilarlo" y asegurarse de que está bien, aunque más tarde descubrirá otras razones para no volver a lo que quedaba de su antigua vida. Padre e hijo redescubren poco a poco su relación, en un ambiente completamente diferente al ajetreo de la gran ciudad, y rodeados por una serie de personajes que les enseñarán mucho sobre la vida y sobre ellos mismos. A medida que Tomás y Ricardo se reencuentran, el lector va conociendo la vida pasada de ambos, y las circunstancias que les han llevado a ambos a ser como son. Es, en definitiva, una historia sobre la vida misma, sobre la necesidad de reencontrarnos cuando todo parece haberse perdido, sobre la recuperación de la ilusión de vivir, y sobre las lecciones que los demás pueden enseñarnos si aprendemos a escuchar y dejamos de centrarnos en nosotros mismos.
Fuente: Perdida entre libros
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