Solo en Berlín. Hans Fallada.
Maeva, 2011.
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En esta biblioteca hay un libro, uno solo, que lleva unos seis años con nosotros: primera lectura 07/JUL/2011, desde entonces dieciséis lecturas más. Su título es “Solo en Berlín”. Aviso: corre peligro de deshojarse por el lomo. Cuídenlo.
Lo escribió Hans Fallada (vaya nombre), morfinómano y pseudónimo de Rudolf Ditzen, en menos de un mes. Con las heridas frescas del terror nazi, escribe como se sacude un perro el pelo mojado y se rasca, luego, las pulgas. Lo hace sin rencor, como una necesidad animal, es decir: natural e higiénica, de hecho murió, unos meses antes de que se publicara.
El conjunto coral, que es la novela, está dirigido por un tozudo y fino ebanista, maestro de taller en el que se acaban, es la guerra, construyendo ataúdes. Este maestro tiene la ocurrencia de sublevarse. Discreta y anónimamente, como él es, junto a su esposa, inteligente y discreta, como es ella, contra el Führer y sus disposiciones. Para ello dispone, él que nunca ha escrito nada, del poder de la letra. Un acto de valor en medio de un mundo de cobardes. El maestro carpintero desconoce el terror que sus letras puede provocar entre sus congéneres.
Una gran novela escrita a cuatro manos, las dos del autor y las que empuñan la batuta, las del ebanista.
Léase antes de que empiece su deshoje.
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