La semana pasada en el Club de Lectura de Avilés
leímos "El cartero de Neruda" de Antonio Skármeta y "El viejo que leía novelas de amor"
de Luis Sepúlveda.
"A través de la combinación de realidad y ficción Skármeta nos traslada al violento final de la democracia en Chile, al asesinato del presidente Salvador Allende y a la llegada de la dictadura militar. Un libro maravilloso, entrañable y conmovedor que se me ha hecho muy corto …"
"Es una maravilla, uno de esos libros que te atrapa y cuando lo acabas sientes un vacío."
de Luis Sepúlveda.
"A través de la combinación de realidad y ficción Skármeta nos traslada al violento final de la democracia en Chile, al asesinato del presidente Salvador Allende y a la llegada de la dictadura militar. Un libro maravilloso, entrañable y conmovedor que se me ha hecho muy corto …"
"Es una maravilla, uno de esos libros que te atrapa y cuando lo acabas sientes un vacío."
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"El cartero de Neruda" de Antonio Skármeta
Mario Jiménez, joven pescador, decide abandonar su oficio para convertirse en cartero de isla Negra, donde la única persona que recibe y envía correspondencia es el poeta Pablo Neruda. A través de esta trama tan original como seductora, el autor logra un intenso retrato de la convulsa década de los setenta en Chile, así como una cautivadora historia de amor y una poética recreación de la vida de Pablo Neruda. Esta novela, traducida a veinticinco idiomas, es ya un clásico de las letras universales, y la película basada en ella fue nominada a cinco Oscar.
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"Un viejo que leía novelas de amor" de Luis Sepúlveda
Antonio José Bolívar Proaño vive en El Idilio, un pueblo remoto en la región amazónica de los indios shuar (mal llamados jíbaros), y con ellos aprendió a conocer la Selva y sus leyes, a respetar a los animales y los indígenas que la pueblan, pero también a cazar el temible tigrillo como ningún blanco jamás pudo hacerlo. Un buen día decidió leer con pasión las novelas de amor -«del verdadero, del que hace sufrir»- que dos veces al año le lleva el dentista Rubicundo Loachamín para distraer las solitarias noches ecuatoriales de su incipiente vejez. En ellas intenta alejarse un poco de la fanfarrona estupidez de esos codiciosos forasteros que creen dominar la Selva porque van armados hasta los dientes pero que no saben cómo enfrentarse a una fiera enloquecida porque le han matado las crías. Descritas en un lenguaje cristalino, escueto y preciso, las aventuras y las emociones del viejo Bolívar Proaño difícilmente abandonarán nuestra memoria.
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