El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes por Tatiana Tibuleac
Editorial Impedimenta
“Aquella mañana en que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió treinta y nueve años. Era bajita y gorda, tonta y fea. Era la madre más inútil que haya existido jamás.”Estas son las primeras palabras que pronuncia Aleksy para abrir esta novela. Aleksy es un adolescente con problemas psiquiátricos que acaba de terminar el colegio y con el horizonte del verano por delante sólo piensa en escapar de allí, viajar con sus amigos a Amsterdam y consumir drogas y perder la virginidad. Sin embargo, el día del trigésimo noveno cumpleaños de su madre, el viaje que va a emprender cambia de rumbo hacia un pueblecito francés y la única compañía que tendrá para pasar el verano será su madre, no le ha salido gratis, ha prometido darle la libertad a Aleksy cuando acabe el verano ¿un buen trato? ¿podrá soportar ver su estúpida cola de sirena? ¿su blancura deslumbrante? ¿podrá reprimir sus ganas de meterla en la lavadora y darle al programa de escaldar las sábanas?...
Parece imposible encontrar un protagonista que despierte menos empatía en el lector, pero párrafo a párrafo crece un interés casi morboso en esta historia, una corriente en la que te internas sin darte cuenta, te va arrastrando y te lleva a lugares así como este: “…las palomitas blancas revoloteaban por todas partes y rodeaban a mi madre como unas flores de cerezo en medio de la tormenta…” y es entonces cuando agradeces haber iniciado este viaje y anhelas llegar hasta su último puerto.
Elena Hernández
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